-SIETE
AÑOS ANTES-
Kristtoffinno
observaba desde su cómodo sillón fucsia al adolescente que sentaba
frente a su escritorio. Estaba quieto y tenso como un insecto que
espera para devorar a otro, sus ojos hundidos y oscurecidos por las
ojeras tenían un iris verde muy familiar.
Kristof
se sonrió a sí mismo ante la imagen del andrajoso muchacho; sabía
detectar la desesperación en una mirada. Y también sabía que en
momentos como ése cualquiera se agarraría sin dudarlo al salvavidas
que le ofrecieran, incluso si este era una cadena, incluso si estaba
hecho de alambre de espino. Sólo se necesitaba estar suficiente
ahogado y aquel chico había llegado a tal punto. ¿Cómo no iba a
estar encantado?
El
cuello volvió a chasquearle por la tensión acumulada. -¿Sabes lo
que eres? –preguntó con una risita.
El
chico le mantuvo la mirada fija. Finalmente asintió una sola vez,
secamente. Kristof hizo un gesto con la mano para que continuase.
–Soy un híbrido: medio demonio.
-¡PERO
SÍ HABLAS! –dio un dramático salto en su asiento-. ¡¡Empezaba a
pensar que eras mudo, chiquillo!! Jaja. –entre risas volvió a
tomar asiento correctamente, el cuello volvió a traquetearle
bruscamente sobre los hombros- Sí, exactamente –su sonrisa era tan
grande que las comisuras podrían haberle tocado las orejas. –Pero
no cualquier demonio… ¡tu madre era una Seamair, una demonio de la
locura! Por lo que he visto en aquellos callejones, parece que tú
tienes esos mismos poderes… algo muy extraño –no pareció verse
alterado por sus palabras. Kristof lo pasó por alto, de hecho, sabía
perfectamente que los pocos días que llevaba bajo su techo poco
podrían sanarle. Al menos no realmente, no del todo. Como es bien
sabido, hay cosas que el cuerpo puede superar, pero te destrozan el
alma; lo había encontrado moribundo y delirando, y seguiría así
por mucho tiempo… más muerto que vivo. Si es algún día lograba
reponerse-. ¿Sabes por qué es extrañisisimo, por qué está
prohibida la hibridación? Ju. Es porque nunca sale bien –chasqueó
la lengua-. Cuando mezclas dos razas de demonios, la descendencia
tiene la mitad más/menos de las… características y la otra mitad
se pierde, ¿sí, claro, ok? Eso quiere decir que si mezclamos una
arpía y un hombre de fuego, la descendencia no podrá volar como una
arpía, ni manejar o soportar el fuego como un hombre de fuego. Ahora
imagina que en lugar que el lugar de una arpía se reprodujesen una
sirena y un hombre de fuego: ¡su hijo se apagaría de entrar en el
agua para respirar y se quemaría como una sardinita cuando intentara
dormir en su lecho de lava! Tristeza… ¡Muy, que-te-que-re-muy
exacto no lo estoy contando, pero es para que te hagas una idea ¿Sí,
ok, fantástico? Es incluso peor, me temo. Que pasara eso sería lo
que cabe esperar… pero… -suspiró- la verdad es que esta
incompatibilidad es más extrema y los híbridos mueren antes de
nacer y si nacen… -volvió a suspirar- no es sólo que su vida sea
difícil. He vivido mucho y sé que a eso no puede llamársele vida:
no tienen poderes en el mejor de los casos y si los tienen son
incontrolables y dañinos, su cuerpo es deforme y débil y no suelen
contar con todas las capacidades cognitivas que se esperaría. Lo que
quiero decir es que duran poco, meses incluso, y sirven para mucho
menos. Pero tú… tú eres tan normal que resulta raro. Estás
delgaducho y algo enfermo, claro, pero has resistido mejor de lo que
podría esperarse siendo un vagabundo… Y en cuanto a tu mente…
unos inofensivos test –Kristof vio el brillo de terror en los ojos
del chico, había escuchado los rumores sobre dónde había escapado
el chico antes de acabar en la calle; eso sólo le sumaba prestigio…
pero también posibles desajustes internos- y lo comprobaremos, pero
parece que eres capaz de soportar la absorción de recuerdos ajenos…
Al menos tan bien como se espera de un Seamair de pura sangre -volvió
a mirarle fijamente a los ojos, dejando clara que dudaba firmemente
de que, si bien su inteligencia no se hubiera visto reducida por la
vil genética, la vida le hubiera averiado otro tipo de lógica, como
el sentido común. Era algo que pasaba a menudo y en cualquier
momento en los demonios de la Locura, a veces útil y otras no tanto;
lo valoraría con el tiempo.
-¿Qué
quiere… de… mí? –sonaba ronco y dubitativo, como si hiciera
años que no hablaba.
-Tú
has salido bien –ensanchó su ya de por sí gran sonrisa; empezaba
a parecer que la cabeza se le dividiría en dos- y me encantaría
conservarte, ¡estoy seguro de que serías muy útil! Pero existe la
norma de asesinar a los híbrido, ya te habrás percatado –esperó
hasta que asintió para continuar hablando-. Tengo que matarte…
Pero no quiero, no me da la gana, así que he inventado una solución:
¡un impuesto! Me encanta recaudar –suspiró con una expresión
soñadora. De repente dio una palmada y volvió a la realidad-. Si
eres capaz de dar ingresos suficientes, ninguna de esas sanguijuelas
codiciosas que forman nuestra familia te pondrá un dedo encima. ¿Sí,
ok? ¡Fantástico! –se metió un regaliz en la boca-. Quiero decir,
si les enriqueces tanto como para ser rentable, te protegerán
incluso. Pero de entrada –chasqueó la lengua- cuentas con tan poco
apoyo social que el precio tendrá que ser muy alto… y, por
supuesto, de por vida… mientras quieras seguir viviendo… de lo
contrario ¡te encontraran y descuartizaran en público! –volvió a
soltar una risilla atolondrada-. Pero también se me ha ocurrido una
solución para acabar con eso… Soy el más poderoso de esta
dimensión, pero necesito cierto consenso para dirigir: no puedo
actuar en contra siempre que me plazca. Aunque me encanta. Quiero
decir, aceptaran el impuesto porque les gusta el dinero, pero no
quitártelo sin matarte a cambio. Yo no puedo ofrecer nada más.
Salvo que no fuera yo quien gobernara… Los híbridos no pueden
dirigir ni siquiera admitirán que seas alguien de peso en las
decisiones, pero esa es una norma que, con un par de sobornos,
extorsiones y alguna distracción, podría abolir para que, a hechos
consumados, mi heredero, si éste es un híbrido, pudiera gobernar.
Algún día querré retirarme, ¿por qué no? Aunque aún tengo que
dar los últimos retoques a la revolución y… Miredlla… -Kristof
se perdió en algún lugar y tiempo muy lejos de aquella habitación.
Su expresión se disolvió como si se sumergiera en una bruma gris.
Aleteó las pestañas y volvió a sonreír, sus ojos verde lima
relampaguearon como si pretendieran conscientemente devolver la
luminosidad a su rostro- Por supuesto es una estrategia que necesita
mucha planificación y ser realizada rápidamente para que no dé
tiempo a rebelión, es decir, cuando lo creamos listo… 1)
Plantearte como candidato e inmediatamente crear alguna distracción…
como podría ser una batalla por la sucesión con otro candidato,
para que no se rebelen en el acto, ¡así, tal como buenos burgueses
acomodados, creerán que puede que no salgas elegido y no tengan que
molestarse en organizarse! De hecho, conozco a la competidora ideal,
jajaja, ya te la presentaré. Eso está muy bien, pero supongo que
entiendes que 2)
tendrás que ganarte el puesto a pulso, por meritos propios.
Yo también querré ganar beneficios para concederte ese cargo –rió-.
Ese apartado te lo dejo sólo a ti; tengo ganas de ver esa pelea,
jijiji. Y siento advertirte que no eres aun mi preferido: ¡veo
potencial, pero no te conozco apenas, aun no te tengo aprecio como
para impedir tu muerte! Trabájatelo duro y no les des excusas para
matarte. 3) En el
momento en que ganes, eliminaré todas las clausuras contra los
híbridos y el impuesto.
Habiendo ya ganado el juego, los demás tendrán que callarse y
acatar los cambios. Este es mi cebo, lo haré si tú consigues
posibilidades, así que ve pensando qué harás… espero mucho
espectáculo, ¡que conste! ¿Aceptas? No te veo con muchas ganas…
Pero si prefieres resignarte a una vida de semi-esclavitud o
directamente no aceptar estas condiciones y morir… ¡por mí vale!
¡Perfecto, re-que-te-chachi! -se encogió de hombros, el cuello
volvió a producir un chasquido raro. –¿Dudas?
-¿Qué
le pasa en el cuello?
-Oh,
nada, lo tengo roto y nunca cura bien del todo, no más. Después de
cuatro siglos te acostumbras.